miércoles, 13 de febrero de 2013

SOBRE PSICOANÁLISIS (artículo de Graviela Avram)

Respuesta a El libro negro del psicoanálisis


REVISTA NOTICIAS * Viernes, 6 de abril del 2007.
por 
Graciela AvramAutora de Terapias y Terapeutas.El fin del psicoanálisis no ha tenido lugar (Grama Ediciones, 2005).


Un conocido espectáculo que lleva décadas se presenta como “La nostalgia está de moda”. En el caso de los supuestos innovadores que pretenden tirar por la ventana al psicoanálisis, habría que decir que lo que está de moda no es la nostalgia sino vender cosas viejas.
Su posición no es la del antropólogo inocente o la del científico riguroso, sino la de seguir anotando páginas en una mitología tan vieja como el mundo: sostener el ideal de la psicohigiene del amor humano, el ideal de la autenticidad como posible y la preceptiva de no dependencia. Una suerte de profilaxis de la dependencia.
¿Se reduce el aporte del psicoanálisis a la elaboración de una mitología más creíble, más laica que la que se presenta como revelada?
Jacques Lacan recuerda en su seminario de la Ética que, ciertamente,Freud no duda, tampoco Aristóteles, de que el hombre busca la felicidad, que ese es su fin. Pero lo decisivo es que para esa felicidad, dice Freud, absolutamente nada está preparado en el macrocosmos ni en el microcosmos. Este es el punto totalmente nuevo.

En primer término, cabe recordar que un psicoanalista no es un señor con barba fumando habanos mientras garrapatea anotaciones furtivas a espaldas de un caballero con recursos, tendido en un diván.
Ni una señora con tailleur de Armani que mira perpleja a una paciente aburrida, mientras pregunta: “¿Y a usted qué le parece?”. La reducción a la caricatura es un artilugio clásico para ridiculizar lo que se ignora, por intereses que han entrado en competencia.
Es verdad, como afirma Catherine Meyer (editora de “El libro negro del psicoanálisis. Vivir, pensar y estar mejor sin Freud”) que “los psicoanalistas ocupan una posición dominante en el universo de la salud mental”, sólo si se entiende por dominante que ninguna “terapia” o casi ningún discurso pueden prescindir del recurso al psicoanálisis.
No es privilegio de Francia o la Argentina, como asegura Meyer, sino que en los Estados Unidos Freud también ha calado tan hondo en la retórica popular que basta mirar cualquier site.com actual o película hollywoodense para detectar la presencia del psicoanálisis.
Pero esto no parece ser un problema mientras se lo pueda seguir usando para componer desde guiones cinematográficos hasta papers para literatos que arman su tesis y filósofos que entretienen a la opinión pública.
El verdadero problema se presenta cuando los psicoanalistas dejan de ser una caricatura de Woody Allen para emerger como lo que verdaderamente sonaquellos que no están dispuestos a cargar con la miseria del mundo en general, pero sí a responder a los que se acercan con sus tristezas, sus desesperaciones, sus dilemas, y tienen alguna intención de afrontar lo que les pasa, en vez de acallar su situación con pastillas o adiestramientos para replicantes de ciencia ficción.
Porque no son historias felices las que un psicoanalista escucha.
“¿Exploración indefinida o cura de las mentes con problemas? ¿Disciplina reina del conocimiento de sí o método terapéutico? ¿Desarrollo personal o terapia? Los psicoanalistas han sabido aprovechar esta ambigüedad notablemente”, asegura el psiquiatra francés Jean Cottraux en el Libro Negro, apelando a un interlocutor genérico, quien le respondería que el psicoanálisis es, en definitiva, un “conócete a ti mismo”.
Seria quizás más interesante saber de qué ambigüedad se aprovechaCottraux como director de la Unidad de Tratamiento de la Ansiedad delhospital de la Universidad de Lyon.
Porque los psicoanalistas también están en los hospitales, en las escuelas, en los centros de discapacidad, en los manicomios, en los grupos de emergencias urbanas, en los centros de recuperación de adictos y en todo lugar donde la desdicha mental se pasea. Muchas veces gratis o por un modesto salario, cubriendo equipos enteros de la desmantelada Salud Mental del Estado.
Que los analistas cobren sólo puede ser un escándalo para aquellos que sufren por no poder capturar hasta el último excedente monetario del consumo o para quienes se sientan culpables por ganarse la vida de algún modo.
¿O acaso puede haber alguna comparación entre lo “que gana un psicoanalista que se explota a sí mismo y la acumulación salvaje de los emporios farmacéuticos cuyos chalecos químicos, a la hora de curar, tienen también efectos inciertos?
Pero el psicoanálisis curaNo cura la estupidez, ni tantos otros males. No cura el hambre ni la pobreza, pero cura aquellos que en particular ya reconocen un sufrimiento mental, cuando se dirigen a un psicoanalista.
Tengamos en cuenta que la buena voluntad del médico no bastaría para curar a un enfermo que no tomara los antibióticos recetados.
Freud le importaba poco si el paciente creía o no en el dispositivo analítico, confiaba en la efectividad de su método, y lo invitaba a quien fuera a probar su práctica. Sin duda, no curó a quienes no se entregaron a ella, lo cual dice a las claras que no es una práctica para todo el mundo.
No se trata del precio, sino de que alguien se preste a la experiencia, ya que no es suficiente con visitar a un psicoanalista para que la misma sea efectiva.
Freud proponía al paciente desplegar un saber desconocido que estaría en la causa de sus padecimientos y, por supuesto, sólo era un medio para la resolución de síntomas. Porque también están los que no suponen ese saber, y por lo tanto no pueden acceder al mismo.
Esto no atañe sólo a los pacientes. Hace algunas décadas el doctor Ricardo Musso enumeró una serie de terapias derivadas del psicoanálisisterapias de inspiración psicoanalítica, como le gusta llamarlas a Meyer.
Pero una terapia de inspiración psicoanalítica no es psicoanálisis, y estas múltiples terapias han sido ya olvidadas o recicladas con distintos nombres. Las TCC (terapias cognitivo-conductuales) se venden como nuevas, pero tienen mucho del conductismo tradicional -que es un método de reeducación cuyos efectos duran lo que cualquier sugestión dura- y nada de las ciencias cognitivas a las que aluden.
Por otra parte, los “novedosos” aportes de Borch-Jacobsen y de Van Rillaer -también presentes en el libro negro son escritos que tienen años ycuya novedad responde más a una política sanitaria que a la eficacia de una práctica.
Michel Foucault plantea que la medicalización es una de las estrategias del poder; de los que deciden cómo se considera lo que es patológico o disfuncionalcómo se lo categoriza, se lo nomina y cómo se implementan los modos oficiales de tratarlo y controlarlo. Esto último, muchas veces, en el peor sentido.
Pero las nuevas nominaciones no parecen traer mejores soluciones. Es decir, que no se trata de que nuevas soluciones obligan a reformular el problema, sino que se reformulan los términos del problema para adaptarlo a una supuesta solución.
Porque es un hecho que en el campo de lo mental es muy poco lo que se sabe de la complejidad que parecería tener esa sofisticada máquina que es el cerebro, y de los modos de incidir sobre ella.
El psicoanálisis está lejos de solucionar estos problemas. Y, por supuesto,las investigaciones anatómicas y químicas no son de su competencia.
“El inconsciente es un supuesto que no tiene otra función que la de llenar la brecha entre el cerebro y la vida anímica“, escribía Freud en 1915. Pero el psicoanálisis tiene la gran virtud, entre tantas otras, de no suponer que se trata de un aparato simple.
Freud introduce la advertenciamás allá de cierto hermetismo fantasmagórico que puedan evocar algunos de sus términos o los deJacques Lacan, de que el funcionamiento mental es algo muy complejo y profundamente opaco.
No cree que lo mental esté producido por una maquinaria sencilla y, por lo tanto, está lejos también de plantear que la solución pueda serlo.
La transformación de un organismo por la incorporación de modificadores químicos es algo tan viejo como la civilización.
Freud no lo ignora, e incluso plantea que para muchos es la solución más próxima.
El opio, el peyote, el alcohol y un sinnúmero de drogas localessegún cada región y comunidadfueron y siguen siendo la solución inmediata al “malestar en la cultura”esa discordancia con la realidad que algunos llaman exterior.
Entonces, lo que hay de nuevo es la tecnificación, la industrialización y la medicalización de viejas prácticas tanto como de viejas sustancias en manos de nuevas estrategias de poder que, a decir verdad, también son bastante viejas.
Pero parecería que el poder genera cada vez soluciones más sofisticadas al amparo del discurso científico, y las instrumenta para la forma de vida que quiere imponer como norma general.
Después de todo, la globalización, quizá, no sea más que una nueva nomenclatura para designar el hecho de que cada vez se llega más lejos y en menos tiempo a incidir con la técnica sobre los organismos.
Freud, también en “El malestar en la cultura”, un texto mayor segúnLacan, introduce el tema del dominio de la naturaleza como otra de las salidas al malestar. No sabemos si sospechó el alcance que esto tendría y el encuentro de estas dos soluciones: la del dominio de la naturaleza a través de la técnica, en tanto modificación del organismo mediante agentes químicos industrializados.
El psicoanalista e investigador Germán García, por su parte, al referirse a las ciencias cognitivas, aclara que no se trata de “una” ciencia sino de un pool de disciplinas que ya lleva más de cincuenta años, y que tienela función de heredar y traspasar los limites de lo que fue el conductismo y la psicología conductista.
La gran pregunta que se plantea es si lo ha logrado, y podemosresponder que no. Ya que lo que sigue presente es cómo manipular los cuerpos para hacerlos obedecer a requerimientos creados por los imperativos de la época.
Esto no es un llamado al oscurantismo o a que todo tiempo pasado fue mejor, ni a la negación de la verdaderas innovaciones.
Simplemente se trata de no comprar cosas viejas con etiquetas nuevas. Productos vencidos a los que se les cambia la fecha para seguir vendiéndolos. Ya Warhol mostró que el packaging es más importante que el producto.
En lo que respecta a la química, sabemos que los avances son muy limitados en relación a los problemas mentales habituales.
Y en cuanto a las terapias verbales que se presentan como superadoras del psicoanálisis, suelen ser refritos de un freudismo mal leído y peor practicado, cuando no encontramos la supuesta innovación bajo la figura de las TCC cuyos programas de adiestramiento no conducen a la singularidad de cada uno y cuya eficacia, aún para los modestos propósitos que sus seguidores declaran, tampoco está probada.
Es decir que la política orientada a reducir lo más particular de un sujeto a una patología válida para todos, medible, localizable y objetivamente comprobable, es otro intento de captura por parte del mercado a través de diversas maneras: o bien vendiendo soluciones inexistentes para beneficio de los laboratorios, o bien tratando de conducir a los sujetos a prácticas de condicionamiento rápido al servicio de necesidades creadas por los intereses dominantes.
Si los Servicios de Salud y las empresas de medicina prepaga hanencontrado la posibilidad de obtener el mayor rédito al menor costo, a expensas de los profesionales de la salud y de los pacientes, esto no es a causa de la ineficacia del psicoanálisis, que sigue siendo la teoría y la práctica más seria y mejor fundada, a pesar de sus límites.
Se debe, en cambio, a que lo que se llama el avance de la ciencia no parece haber resuelto el misterio de la vida anímica, que no es otro que el de la vida misma.
De todos modos, saludo la aparición de El libro negro del psicoanálisis.
Los opositores, sin duda, colaboran a la renovación del debate al que elpsicoanálisis siempre está dispuestoesperando que los “misterios”, que tanto parecen molestar a los autores de este libro, sean alguna vez develados.

MÁS ALLÁ DE LAS DEIDADES


MÁS ALLÁ DE LAS DEIDADES (más allá de que yo haya tenido algún rasgo esquizoide o paranoide, más allá de que me base en “todos” los poetas o, más concretamente en Rimbaud o Miguel Hernández). “Más allá de las deidades” es el nombre de este artículo y la pretensión de la que se parte. ¿Sería presuntuoso decir que me baso en la experiencia?

…más allá de un ateísmo que considera el alma o las almas (el alma concreta de cada uno) como producto ideológico de una religión deísta –que sería una cosmovisión o visión del mundo-…

…se dirá que toda religión es deísta, pero no lo es el budismo, al menos en la enseñanza del Buddha original: el verdadero budista, aquel que se basa en las palabras de Buddha no cree en ningún Dios, pero sí en la reencarnación… es religión en tanto existen sacerdotes y maestros que reproducen y regeneran las enseñanzas de dicho maestro, pero con esa “suerte de superstición” –diríamos los de Occidente- de la reencarnación que llega hasta el ridículo.

Llega hasta el ridículo de ser tremendamente clasista, que da que pensar con respecto a ideas del propio maestro, quien pasó hambre y se hartó de riquezas y decidió que “lo mejor” era disfrutar humildemente con las pequeñas riquezas, por decirlo así

… se dirá que no tengo un conocimiento pleno del budismo, ni de las palabras originales de Buddha, ni de la tradición zen o chan, etc. y en parte es verdad. Ni siquiera tengo un conocimiento completo del Antiguo y el Nuevo Testamento. 

Pero por ahora bastará: de todas formas, nuestra sociedad rezuma deísmo y fanatismo pseudoreligioso por todas sus extremidades, un aroma –perdónenme aquellos que creen en el amor…- que alcanza nuestra mente y no la deja pensar con claridad, que impide un sano encuentro no sólo con la muerte –consideremos como consideremos tal cosa- sino también con un prójimo que vea que en la caridad hay solidaridad y empatía y no limosna, o no siempre esa limosna, ese juego perverso del fuerte y el débil, esa compasión enfermiza

…se dirá, a raíz de todo esto que se puede ser deísta y no religioso: como aquellos que en nuestra cultura occidental –por no traspasar ciertas fronteras hacia otras tierras en las que nos sentiríamos incómodos sosteniendo estas ideas…- que existe un ser supremo que lo ha creado todo, pero al que no hay que rendir culto para la salvación o el redimirse, etc.: lo cual se resume por lo general en “yo creo en Dios pero no en la Iglesia”, es gente en general con muy buenos sentimientos, demasiado paciente con algunas cosas, que uno diría estar sacada de un libro de la izquierda hegeliana, más
concretamente de Feuerbach, gente que cree en el amor a dios y al prójimo y/ o a las demás personas. 

Yo he pasado por esta fase. Pero niego que necesariamente no pueda y deba existir “cierta” pureza con estos temas. Por lo menos, un niño que se siente espontáneamente ateo –lo que se suele llamar con más justicia: sentimiento oceánico- no deba ser atacado por otros niños, incluso hasta llegar a las manos. No quiere decir que hasta la postura más horrenda deba ser protegida. Evidentemente, si el fascismo y con ello la ideología que lo sustenta desaparecieran de esta Tierra, seríamos mucho más felices. Pienso que las cosas se deben hacer con naturalidad o sin forzar demasiado las cosas. Ocurre que todos somos humanos y “ese demasiado” puede ser muy poco o realmente demasiado

Por lo tanto hay que diferenciar y, lo que es más importante, tratar de ver la funcionalidad de ciertas ideas, como búsqueda de una verdad que -yo admito- me llevará a ser religioso o a observar cierta “religiosidad”, libre de sentimientos y constricciones pecaminosas; negar la existencia de Dios; admitir la realidad –no del todo clara, es verdad- de un alma que habita en nosotros: como una conciencia de nuestra identidad que sobrevive al cuerpo, como un inconsciente traído o no traído a la luz que igualmente sobrevive al cuerpo, como una forma energética diríase de materia pensante que no tiene ya un cuerpo: como una liberación y como un encadenamiento y más si admitimos que estando en vida, si es que se le puede llamar vida a esto y a lo otro: es decir a tener o ser cuerpo, a no tener cuerpo y si ser y tener alma… también como un proceder mental que se “materializaría”, de algún modo estando muertos ¡pero existiendo! y no precisamente en el paraíso o ardiendo eternamente, que son ideas muy católicas –y caóticas-; y que, si bien es verdad que “puede haber de todo”, no sería sino una somatización.

Como todos sabemos la somatización es de causa psicológica per se: si no NO sería somatización: reflejo, movimiento voluntario del cuerpo, el proceder casi automático en tanto seres vivos… alguien se preguntará y, quizás no sin cierta sorna: ¿Cómo que “seres vivos”? Más bien muertos. Bueno, ¿no dicen ustedes que la muerte forma parte de la vida?. De momento esto es de cajón y, a excepción de Jesús, los ángeles, etc., siempre situándonos bajo la perspectiva de la Iglesia Católica, no es posible para nadie. Bueno, nadie todavía: porque que yo sepa nadie ha inventado nada contra el envejecimiento (o desgaste) del cuerpo o, para la vida eterna...sí, ciertamente, si hubiera algo así nos creeríamos dioses, por suerte no existe nada parecido… ¡eso faltaría que nos estuvieran explotando toda la eternidad o que estuvieran siempre los mismos gilipollas jodiendo a la peña! entre otros: la propia Iglesia y las demás congregaciones religiosas o pseudoreligiosas monoteístas (qué curioso que las religiones monoteístas sean las que más han perdurado y las que más poder han alcanzado, con un grado de opresión y represión espeluznantes, que da qué pensar en el sentido de la irracionalidad… y del satanismo y la brujería como respuestas emancipadoras con respecto a, al menos, la ideología de la Inquisición. No sólo eso: también la Alquimia…)

Si admitimos que estando en vida por una suerte de esquizofrenia voluntaria no patológica, podemos ver, por ejemplo, nuestro cuerpo desde fuera… creo que a todo psicólogo le sorprenderá y no le sorprenderá dicha idea: el esquizofrénico, además de ese tópico tan sugerente de “estar fuera de sí”, tiene la fantasía o el delirio de verse desde fuera… (en ocasiones es difícil diferenciar y habrá que hacer el esfuerzo de ser honestos y admitir que siendo o no siendo una cosa o la otra: si el sujeto no sufre o en ese no sufrir no hay nada de “extraño”, “siniestro”, “apocamiento”, ¿ensimismación-entimismacion, nuestramismación...? –algún término que acuño yo-...

...no se trata de una esquizofrenia sensu estricto)

si podemos ver nuestro cuerpo desde fuera y a las demás cosas, como si pudiéramos situar nuestros ojos y toda nuestra vista desde una perspectiva no personal o, mejor dicho, desde una perspectiva no propiamente nuestra… no se trataría oportunamente de empatía, y aún nos traería más dolores de cabeza el delimitar qué es lo propiamente de uno, tangible e intangible...sin irnos al núcleo duro de nuestra personalidad y/o carácter: lo que nos hace ser nosotros mismos… ¿puede ser para algunos negar el cuerpo propio?... ¡o el de los otros!, aunque no viene al caso.

De ninguna manera, o no debiera ser así. Pese a que apuesto a que existe un alma que sobrevive al cuerpo, en los que somos humanos: es decir aquellos que tenemos capacidad de aprehender simbólicamente y con ello reír, amar, etc. ; también apuesto por una filosofía de vida vitalista, y creo que no es tautología: incluso los trasmundanos –filosofía de la que me gustaría apartarme- tienen una filosofía de vida. Lo que ocurre es que, tal y como son y vienen muy bien descritos en Así habló Zaratustra, su vida viene a ser un padecer continuo: como morir y no morir y seguir muriendo en vida; también como una Teresa con (sentimiento de) culpa y sin culpa de nada…

…si pudiéramos, precisamente en sueños: como una forma de equilibrar TODO LO NUESTRO, de manera que el cuerpo descansa del alma y el alma del cuerpo. Si quieren pueden sustituir, en este caso: ideas por alma. Yendo a lo esencial de las ideas: el afecto, lo que se piensa de uno y del otro y no... lo figurativo, que es más propio de los sueños oníricos.

Habría un tercer aspecto y es de lo que más se descansa estando dormidos, soñando o no, tanto da para lo que nos ocupa: lo analítico, lo interpretativo. Lo que habría que dilucidar es las fronteras, si es que las hay y los engarces, que seguro hay, entre unas cosas y las otras.

Claro que lo humano va mucho más allá: el cuerpo percibe y siente- me refiero, en este caso, con los órganos sensorios-sensitivos: oído, paladar, etc.- y siempre se puede tararear o cantar sin letra de acompañamiento. Lo humano también va mucho más allá y los ejemplos nos ocuparían tomos y tomos. Baste poner algún ejemplo: correr y con ello sudar, tocar y acariciar a quien te ama –en silencio-, llorar de emoción, los modos complejos de relacionarnos, para lo cual se crean instituciones de un signo u otro…

Claro que habrá mucha gente a la que esto “no le diga nada”, puesto que el ser humano no nace, ni se hace nihilista. Dicho de otro modo: todos caminamos en pos de darle un sentido a nuestras vidas. Incluso el nihilismo sería una forma pasiva de afrontar las cosas puesto que “no se cree en nada” o, activamente, una forma, una excusa, incluso un monto de ideas falsas y confusas acerca de “destruirlo todo”.

Destruir, que yo sepa, no es hacer, a menos que se quiera destruir algo para crear otra cosa. No se va a tratar aquí de discutir si “todo tiene un sentido”. Pero sí quiero expresar lo que pienso a cerca de todo esto: la vida debería tener el sentido que uno le diera, que todos le diéramos. Evidentemente, existiendo unas instituciones que nos separan en polos opuestos, no sólo clasistas aunque aquí puede que esté el eje principal, siempre habrá gente que choque con los demás, sin que, en ocasiones, el otro tenga culpa de nada o no pueda hacerse responsable, como pueda ser el caso de –sin querer desanimar a nadie, ni mucho menos- un viejito y su nieto, o un chavalín y su abuelo (su iaio, que diríamos en mi tierra…). Porque conviene ponerse en esa doble perspectiva, sin la cual seremos unos seres pura y únicamente egoístas.

¿Mi turno? Yo les reconozco a los religiosos de toda estirpe la esperanza en una vida “ultraterrena”
Les reconozco así mismo a los ateos la falta de confianza en la esperanza terrenal propia de los ateos aburguesados: sean socialdemócratas, reformistas, individualistas, etc.

Les reconozco a los agnósticos activos su búsqueda de la verdad y a los agnósticos pasivos su hincapié en que no es el asunto principal que se debería discutir…

… sin embargo, yo debo discutirlo. ¿Cómo si no? Evidentemente, no voy a avasallar a nadie ni con preguntas ni con respuestas y entiendo que la respuesta “más racional” a todo esto sea el agnosticismo de un signo o de otro. Me gustaría que en un futuro todo esto dejara de ser hipótesis, aún en el peor de los casos de un ateo o aún en el peor de los casos de un fanático (pseudo) religioso: ¡tener que rendir cuentas ante los muertos por estas  y otras muy diversas razones…!

…empero, deberíamos profundizar en el cómo funcionan, para qué sirven todas las ideas de las religiones y de aquellos que se han enfrentado a estas: desde los que las asumen dogmáticamente, como suele ser habitual en las Congregaciones y como se suele decir “siendo más papistas que el Papa”, pasando por los reformadores y aquellos que interpretaban de una manera u otra –es difícil en este aspecto diferenciar “izquierdas y derechas” y habría que preguntarle a algún teólogo de la Liberación qué opina…- hasta aquellos que condenados o con todo el dolor del mundo han tenido que “renegar” consciente y libremente de estas ideas o aquellos que directamente pasan del tema y “ni ateos ni na de na” –entre los que se encuentran muchos que luego “sienten la llamada del señor” en un sentido u otro o aquellos que ¡por una miseria! se venden a este tipo de instituciones. Quisiera citar algunos ejemplos: San Pablo, Lutero, Erasmo, Bruno, Galileo, Camilo Torres…


OBJECIONES A MIS PROPIAS TEORÍAS

Puede que “los muertos” tengan una energía especial que no todo el mundo puede captar… porque lo niega, porque no puede… o porque se necesita cierta iniciación solitaria y que puede “pasar por esquizofrenia o locura grave”. Esto negaría tanto la parapsicología como la psiquiatría oficial… ¡o acabaría asentándolas!

¿Puede que “esa energía” que necesariamente se desprende del cuerpo no se capte?

Puede que “estando muertos” podamos ver el mundo previo a... ¡y olvidar la muerte, olvidar nuestras muertes!

(¡cariños os he estado buscando tantas veces!)

Que sobrevivan todo tipo de supersticiones y uno “alucine” después de estar muerto...

ACLARACIÓN: yo no estoy muerto. Cada cual será un grito de vida. No hay Biblia que creer ni que disfrutar. Háganse sus propias aclaraciones. Háganse sus propias objeciones. Vivan, y si luego no hay nada, no lo piensen muy en serio en vida, de todas formas no sería así... en el futuro, como se suele decir tendenciosamente, dios dirá. Una aclaración: la tendencia la marcan ustedes. Si piensan en “bien” y en “mal”, no se asusten: estas cosas también existen.