lunes, 26 de agosto de 2013

SUPONGAMOS QUE NECESITAS UN INTERMEDIARIO...



Supongamos que necesitas un intermediario para percibir la realidad, cosa que, así formulada un tanto genéricamente no es un supuesto sino ley de vida. Otra cosa es que necesites de un profesional para que las verdades de tu experiencia y, a través de ésta tu mundo más inmediato, cobren un sentido más ajustado con un proyecto humano, socialmente estructurado pero libre, basado en la responsabilidad y el placer. Llámenlo felicidad, o una búsqueda de la felicidad que no sea puntual o momentánea.
A estas alturas de la investigación psicológica, desde todas las corrientes de ésta, no se puede afirmar sin ser un hipócrita o un cínico que el ser humano ha nacido para sufrir. Si alguien lo piensa con seriedad, caerán todos sus argumentos con tan sólo una experiencia propia de gran dolor… ¡minimizar el dolor! ¡maximizar el placer!... ¿y qué vamos a ser, unos planificadores en este juego macabro, que además no da los resultados que deseamos? Y por ende podemos tener distorsionado o errado la sensación de placer o de dolor… ¡egoístamente hablando!
Pero hablamos de que hay personas que sufren porque su percepción de la realidad ha sido distorsionada, o siempre lo ha estado, o bien su percepción es errónea, y no por una cuestión patológica, sino que, simplemente no se han tomado la molestia de informarse. También puede ocurrir que, sabiendo que algo es real, susceptible de ser interpretado, comprendido y explicado, no nos es útil puesto que este conocimiento no está en manos de la buena gente.
¿Se deriva de una percepción distorsionada o errónea, una conducta de tales características? Hay gente consciente de que esa percepción es de tal tipo y no lo llevan a la práctica, o se aseguran primero de que tal cosa es cierta antes de tomar medidas –o plantearse estrategias de afrontamiento-. Pero hay personas que pasan al acto, desesperada o felizmente; y esto hace sufrir a los que están a su alrededor, les preocupa, lógicamente, más que si se guarda sus pensamientos, los cuenta o los escribe. Es normal, por otra parte que la gente te vea “bien”, cuando simplemente estás “vacío”, “tendente a la tristeza”, porque simplemente estás maniatado, no sólo a tu puesto de trabajo, sino a otras instituciones como la psiquiatría. De forma que si cantas, silvas, te ríes con una gran carcajada ¡van a sospechar de ti! Tampoco es bueno el otro opuesto: la desesperación… ¡puede indicarnos que algo no funciona! Y no hablo sólo de la psiquiatría… ¡mucha conciencia de clase nos hace falta!
Si andas por la calle triste o rabioso, tienes básicamente las mismas oportunidades de que te pase algo que si andas más contento que unas castañuelas. La medicación te moderará el impulso a la alegría, no por el efecto químico, si no por su simbolismo: te tomas la medicación = estás controlado = tienes que seguir unas pautas. Si haces una vida normal (¡de acuerdo a lo que piensen otros que es normal!) te evitarás ingresos, talleres, consultas, etc… ¡puede hasta que te bajen la medicación! ¡y hasta que puedas hablar contigo mismo tú solito en tu casa gesticulando, sin que nada malo ocurra, pues estás al amparo de tu soledad autosuficiente!
… pues eso, además de necesitar un profesional para percibir la realidad… ¿percibir tan sólo? ¡qué modestas intenciones!... necesitarás otro para que puedas percibir cuales son las normas que guarda esa realidad. Todo ello con un estado de ánimo neutral. No está mal del todo: psiquiatra, psicólogo y demás profesionales se reparten el trabajo. Defienden su orientación académica, actuación conjunta y demás. No puede fallar nada en la cadena… ¿tanto miedo hay al error? ¿o sería más bien el miedo a reconocer ese error? ¡Creo que me estoy volviendo loco! ¿En verdad lo que falla no es algo ajeno en un principio a la propia psiquiatría y profesionales psi? Quiero decir, ¿hasta qué punto el diagnosticado es protagonista activo de su propio cambio y/o curación? ¿Vale la excusa de que, como la sociedad no es lo suficientemente democrática, nosotros tampoco lo seremos?
¿no podemos “probar” con una toma medicamentosa más abierta y que haga verdaderamente responsable a quién la toma, porque le favorece, le hace protagonista y aprende de sí mismo, de lo que necesita su cuerpo un día o una semana, etc.?

Yo no sé hasta qué punto esto es subjetivo, si generalizo demasiado diciendo que la psiquiatría no funciona como dicen que hace. Estoy ofendido y esto es real. El sufrimiento que soporto es, si no demasiado, lo suficiente como para plantearme el guardar mi rabia o no, o canalizarla a través de esto. Está claro, si dices que algo es objetivamente así, lo que estás diciendo es que no tiene discusión. Pero si dices que es subjetivo, quizás estás diciendo que hay total “libertad” para que uno piense lo que quiera… ¡¿y bien?! Pues puedo decir que me gustaría que me creyeran cuando digo esto o aquello, sobretodo gente inteligente que no se mira todo el día el ombligo