Supongamos
que necesitas un intermediario para percibir la realidad, cosa que, así
formulada un tanto genéricamente no es un supuesto sino ley de vida. Otra cosa
es que necesites de un profesional
para que las verdades de tu experiencia y, a través de ésta tu mundo más
inmediato, cobren un sentido más ajustado con un proyecto humano, socialmente
estructurado pero libre, basado en la responsabilidad y el placer. Llámenlo
felicidad, o una búsqueda de la felicidad que no sea puntual o momentánea.
A estas alturas
de la investigación psicológica, desde todas las corrientes de ésta, no se
puede afirmar sin ser un hipócrita o un cínico que el ser humano ha nacido para
sufrir. Si alguien lo piensa con seriedad, caerán todos sus argumentos con tan
sólo una experiencia propia de gran dolor… ¡minimizar el dolor! ¡maximizar el
placer!... ¿y qué vamos a ser, unos planificadores en este juego macabro, que
además no da los resultados que deseamos? Y por ende podemos tener
distorsionado o errado la sensación de placer o de dolor… ¡egoístamente
hablando!
Pero
hablamos de que hay personas que sufren porque su percepción de la realidad ha
sido distorsionada, o siempre lo ha estado, o bien su percepción es errónea, y
no por una cuestión patológica, sino que, simplemente no se han tomado la
molestia de informarse. También puede ocurrir que, sabiendo que algo es real,
susceptible de ser interpretado, comprendido y explicado, no nos es útil puesto
que este conocimiento no está en manos de la buena gente.
¿Se deriva
de una percepción distorsionada o errónea, una conducta de tales
características? Hay gente consciente de que esa percepción es de tal tipo y no
lo llevan a la práctica, o se aseguran primero de que tal cosa es cierta antes
de tomar medidas –o plantearse estrategias de afrontamiento-. Pero hay personas
que pasan al acto, desesperada o felizmente; y esto hace sufrir a los que están
a su alrededor, les preocupa, lógicamente, más que si se guarda sus
pensamientos, los cuenta o los escribe. Es normal, por otra parte que la gente
te vea “bien”, cuando simplemente estás “vacío”, “tendente a la tristeza”,
porque simplemente estás maniatado, no sólo a tu puesto de trabajo, sino a
otras instituciones como la psiquiatría. De forma que si cantas, silvas, te
ríes con una gran carcajada ¡van a sospechar de ti! Tampoco es bueno el otro
opuesto: la desesperación… ¡puede indicarnos que algo no funciona! Y no hablo
sólo de la psiquiatría… ¡mucha conciencia de clase nos hace falta!
Si andas por
la calle triste o rabioso, tienes básicamente las mismas oportunidades de que
te pase algo que si andas más contento que unas castañuelas. La medicación te
moderará el impulso a la alegría, no por el efecto químico, si no por su
simbolismo: te tomas la medicación = estás controlado = tienes que seguir unas
pautas. Si haces una vida normal (¡de acuerdo a lo que piensen otros que es
normal!) te evitarás ingresos, talleres, consultas, etc… ¡puede hasta que te
bajen la medicación! ¡y hasta que puedas hablar contigo mismo tú solito en tu
casa gesticulando, sin que nada malo ocurra, pues estás al amparo de tu soledad
autosuficiente!
… pues eso,
además de necesitar un profesional para percibir la realidad… ¿percibir tan
sólo? ¡qué modestas intenciones!... necesitarás otro para que puedas percibir
cuales son las normas que guarda esa realidad. Todo ello con un estado de ánimo
neutral. No está mal del todo: psiquiatra, psicólogo y demás profesionales se
reparten el trabajo. Defienden su orientación académica, actuación conjunta y
demás. No puede fallar nada en la cadena… ¿tanto miedo hay al error? ¿o sería
más bien el miedo a reconocer ese error? ¡Creo que me estoy volviendo loco! ¿En
verdad lo que falla no es algo ajeno en un principio a la propia psiquiatría y
profesionales psi? Quiero decir, ¿hasta qué punto el diagnosticado es
protagonista activo de su propio cambio y/o curación? ¿Vale la excusa de que,
como la sociedad no es lo suficientemente democrática, nosotros tampoco lo
seremos?
¿no podemos
“probar” con una toma medicamentosa más abierta y que haga verdaderamente
responsable a quién la toma, porque le favorece, le hace protagonista y aprende
de sí mismo, de lo que necesita su cuerpo un día o una semana, etc.?
Yo no sé
hasta qué punto esto es subjetivo, si generalizo demasiado diciendo que la
psiquiatría no funciona como dicen que hace. Estoy ofendido y esto es real. El
sufrimiento que soporto es, si no demasiado, lo suficiente como para plantearme
el guardar mi rabia o no, o canalizarla a través de esto. Está claro, si dices
que algo es objetivamente así, lo que estás diciendo es que no tiene discusión.
Pero si dices que es subjetivo, quizás estás diciendo que hay total “libertad”
para que uno piense lo que quiera… ¡¿y bien?! Pues puedo decir que me gustaría
que me creyeran cuando digo esto o aquello, sobretodo gente inteligente que no
se mira todo el día el ombligo